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<title>Taamas --- En Tierras Lejanas</title>
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<header>
<h1>En Tierras Lejanas</h1>
</header>
<ul class="navbar">
<li><a href="../index.html">Escritos</a></li>
</ul>
<section class="nota">
<p>Esta historia fue publicada originalmente
<a href="https://twitter.com/TierrasLejanas_/status/695627433689673728">aquí</a>.</p>
<p>Para mantener la estructura original, cada tuit está separado en su propio párrafo y
después de cada grupo de tuits se muestran los resultados de la encuesta con la que los
lectores indicaron cómo debía seguir la historia.</p>
</section>
<section>
<p class="fecha">Viernes, 5 de Febrero de 2016</p>
<p>Nada queda ya de los días felices, pues mi pasado ha ardido. Ahora soy un esclavo.</p>
<p>He sido llevado a través del mar de los cardúmenes, junto a muchos otros como yo. Todos
iguales: los mismos harapos ,las mismas cadenas,</p>
<p>los mismos trabajos interminables. Lo único que nos diferencia son las marcas que deja el
látigo en nuestras espaldas.</p>
<p>Ahora piso los adoquines de una calle secundaria hacia uno de sus enormes templos,
construido en nombre de quién sabe qué oscura deidad.</p>
<p>Varios soldados nos escoltan a mí y a otros tantos, a los que estoy encadenado, formando
una larga fila.</p>
<p>Ya sea para purificarnos ante sus ojos antes de asignarnos a un amo o para sacrificarnos a
sus dioses, no puedo decidir qué destino es peor.</p>
<p>Bajo una de las rejillas que sirven como desagüe veo a alguien hacerme una seña. Parece
querer que me acerque.</p>
<ul>
<li><b>Intento acercarme. 66.7%</b></li>
<li>Lo ignoro. 33.3%</li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Domingo, 7 de Febrero de 2016</p>
<p>¿Una mano amiga? No hay mucho más a lo que aferrarme. Intento desviarme de la fila de
esclavos, tratando de que los soldados no se percaten.</p>
<p>Por supuesto, uno de ellos nota algo extraño y avisa al resto. Varios de ellos se acercan a
mí y me rodean.</p>
<p>De pronto, personas armadas salen de los callejones y saltan sobre los soldados
aprovechando que estaban despistados conmigo.</p>
<p>Rápidamente ahogan sus gritos y nos ordenan que permanezcamos en silencio. Nos hacen entrar
en una casa cercana y descender</p>
<p>por unas escaleras ocultas que parecen no terminar nunca, hasta que entramos en una gran
sala a través de un desigual agujero en la pared.</p>
<p>Esperamos, sin saber qué. La cambiante luz de las antorchas sobre nuestros cuerpos provoca
extrañas sombras en las paredes de piedra.</p>
<p>Ninguno de nosotros ha dicho nada aún. Wilbur está detrás de mí: nos conocimos durante el
viaje y nos hemos llevado bien desde el principio.</p>
<p>Como si hubiera habido alternativa, en nuestro estado. Su corto pelo blanco y sus rasgos
redondeados le dan el aspecto de un anciano afable.</p>
<p>Solía sonreír todo el tiempo, pero ahora su rostro es indescibrable. “No nos daría
por salvados tan pronto”, me dice.</p>
<p>Unas puertas de madera se abren y por ellas entra una mujer fornida con una armadura ligera
de cuero negro y un pañuelo escarlata al cuello.</p>
<p>“Escuchadme bien”, comienza. “Sois libres. A partir de ahora, trabajaréis
para nosotros, que no es sino trabajar para vosotros mismos.</p>
<p>Ayer érais esclavos, hoy sois personas, y mañana seréis dioses junto a nosotros. Que el Sol
sea vuestro corazón y sus rayos vuestra furia.”</p>
<p>Toma la llave de las cadenas, que uno de sus compañeros obtuvo del cadáver de uno de
nuestros captores, y empieza a desencadenarnos.</p>
<p>Mientras trabaja en mi cerrojo puedo verla de cerca. Una cicatriz en el pómulo izquierdo, y
ojos más oscuros que la noche.</p>
<p>Además, lleva en su pecho un sello rojo y negro: en él hay representado un puño atrapando
el Sol.</p>
<p>Tras ella, todos van atravesando las puertas de madera hacia el resto de la guarida. Wilbur
pone su mano en mi hombro y nos quedamos detrás,</p>
<p>mientras me susurra: “¿Seguro que quieres ir? No sabemos quiénes son, y mis viejos
huesos están empezando a doler. Y eso no es buena señal.”</p>
<p>Apunta con la mirada al único extraño que queda en la sala, esperando detrás de nosotros a
que sigamos a los demás.</p>
<p>“Tal vez podamos encargarnos de este tipo y huir.” Wilbur ha sido muy amable
conmigo, pero ¿estaré mejor con él?</p>
<ul>
<li><b>Intentemos huir. 63.6%</b></li>
<li>Aquí estaremos bien. 36.4%</li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Martes, 9 de Febrero de 2016</p>
<p>Lo mejor será que escapemos. Un cambio de dueños no importa si seguimos siendo
esclavos.</p>
<p>Nos volvemos hacia el vigilante, con actitud tranquila, y le atacamos por sorpresa,
dejándole inconsciente.</p>
<p>Rápidamente nos dirigimos al hueco en la pared por el que entramos en la sala y empezamos a
subir las escaleras.</p>
<p>Llegamos a la parte superior. La escalera está oculta en el suelo de la casa por una losa
de piedra, y moverla requeriría un gran esfuerzo.</p>
<p>Lo que está claro es que, sean quienes sean quienes nos liberaron, no quieren que la
guardia de la ciudad los descubra.</p>
<p>Al otro lado de la losa, en la planta baja de la casa, se oyen pasos de botas
metálicas.</p>
<p>¿Quizá estén intentando descubrir dónde estamos los prisioneros? Es lo más probable. No
debe de ser agradable que sus esclavos desaparezcan.</p>
<p>Wilbur y yo nos miramos y asentimos: mejor esperamos a que se vayan. Probablemente no nos
descubran, bajo la piedra.</p>
<p>Casi podemos disfrutar de un momento de tranquilidad: el primero en...<br>Bueno, en
demasiado tiempo.</p>
<p>Pero nuestra calma dura poco. Nos llega un ruido que sube por la escalera: un ruido de
pasos. Alguien está subiendo hacia nosotros.</p>
<p>Unos pocos escalones más abajo había un descansillo con una puerta. Podemos intentar
escondernos tras ella, haya lo que haya al otro lado.</p>
<p>Pero ni siquiera sabemos si estará abierta. La otra posibilidad es mover la losa y
enfrentarnos a quien sea que esté arriba.</p>
<p>Hagamos lo que hagamos, se nos acaba el tiempo.</p>
<ul>
<li>Bajemos a la puerta. 40.9%</li>
<li><b>Subamos. 59.1%</b></li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Jueves, 11 de Febrero de 2016</p>
<p>No podemos volver ahí abajo. Lo mejor será levantar la piedra y seguir avanzando.</p>
<p>Entre los dos, y con todas nuestras fuerzas, conseguimos hacer la piedra ligeramente a un
lado, apoyándola sobre el suelo de la casa.</p>
<p>Los ruidos de botas de arriba se detienen y aún no hay hueco suficiente para que
crucemos.</p>
<p>Antes de que sigamos empujando, la piedra se mueve. La están apartando desde el otro
lado.</p>
<p>Dos soldados nos miran desde el final de la escalera.</p>
<p>¿Qué hacemos ahora? No podemos huir hacia abajo, ni tampoco podemos subir. Esto no pinta
nada bien.<br><br>Vale. Nos han atrapado.</p>
<p>Intentamos resistirnos, pero nos agarran y nos ponen de rodillas en el suelo. Que lleven
espadas no motiva mucho a intentar pelear.</p>
<p>Comienzan a interrogarnos. “¿Quiénes os secuestraron? ¿Donde están?
¡Contestad!” Tiene gracia que ellos pregunten eso.</p>
<p>No tiene tanta gracia cuando empiezan a golpear a Wilbur.</p>
<p>No tenemos por qué proteger a los de abajo, pero tampoco queremos ayudar a estos. Aún así,
no merece la pena morir aquí.</p>
<p>Pero ahí están, llegando de abajo: más pasos.<br><br>Se oye la voz de la mujer que nos
liberó: “¡Matad a esos dos y tapad la entrada! ¡Rápido!”</p>
<p>De pronto, toda la sala empieza a oscurecerse. Pero no se trata de la luz disminuyendo
tenuemente:</p>
<p>es como si la oscuridad devorara todas las superficies, extendiéndose como una masa negra,
cubriéndolo todo. ¿Qué es esto? ¿Magia?</p>
<p>Lo único que puedo ver en la oscuridad es lo que hay fuera de la casa, tras la puerta
abierta, iluminado por la tenue luz de la noche.</p>
<p>Me acerco a Wilbur (“¡Vámonos!”), me levanto y corro. Contra la luz de la
puerta se recortan siluetas negras, bailando una danza mortal.</p>
<p>Una de ellas cae hacia atrás: salto por encima y sigo corriendo. No hay tiempo para pensar
en esta locura.</p>
<p>Consigo atravesar la puerta y miro atrás, pero no veo nada más que negrura, y sigo huyendo
mientras dentro suenan gritos y acero golpeando.</p>
<p>Varios soldados salen de otras casas. Nos estaban buscando por todos lados. Corro y corro a
través de los callejones,</p>
<p>hasta que al final de una calle veo una mancha verde: es una pequeña foresta. ¡Podré
esconderme ahí!</p>
<p>Aplasto la maleza con mis pies y cruzo a través de los árboles hasta que siento que no
podrán encontrarme.</p>
<p>Me apoyo contra un árbol, respirando rápidamente, y acabo resbalando y sentándome sobre la
hierba, dándome cuenta de mi enorme cansancio.</p>
<p>Ruidos entre los árboles me despiertan. Alguien merodea cerca de mí.</p>
<p>Intento acercarme a la fuente del sonido sin que se me pueda ver: es Wilbur. No parece que
nadie le siga, así que le saludo.</p>
<p>“¡Por fin te encuentro! No te culpo por haberme dejado atrás, yo habría hecho lo
mismo. Pero conseguí seguirte y ver por dónde huías.</p>
<p>El bosque no me pareció muy acogedor, así que deambulé por las afueras y encontré un
pequeño templo donde ayudan a los mendigos.</p>
<p>Pasé la noche allí y salí a buscarte. Parece lo mejor que tenemos ahora mismo. Qué me
dices?”</p>
<ul>
<li>Vayamos. 17.6%</li>
<li><b>Odio esta ciudad. 82.4%</b></li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Sábado, 13 de Febrero de 2016</p>
<p>No pienso seguir aquí más tiempo.<br><br>Wilbur prefiere quedarse. Nos despedimos y nos
deseamos la mejor de las suertes.</p>
<p>Este pequeño bosque está dentro de la ciudad, pero supongo que si sigo avanzando conseguiré
salir de ella, así que me pongo en marcha.</p>
<p>Tras salir de entre los árboles, sólo quedan ya unas pocas casas desperdigadas tras las que
se divisa una gran llanura. Hay niños corriendo</p>
<p>de acá para allá y ancianos sentados a la sombra de sus casas. Es un día caluroso. Por
suerte, nadie hace mucho caso de mi sucísimo aspecto.</p>
<p>En una pequeña plaza puedo ver algunos puestos de comida y ropa, entre los que deambulan
no demasiadas personas.<br><br>Comida.</p>
<p>Uno de los puestos está repleto de hogazas de pan recién horneado. Mientras el dependiente
está entretenido con un cliente,</p>
<p>consigo hacerme con un bollo y esconderlo entre mis harapos. Por suerte, el guardia
apostado a un lado de la plaza no está demasiado atento.</p>
<p>Hora de irse.<br><br>Un camino sale de la ciudad no lejos de aquí. A lo lejos se adivina la
silueta de una carreta que se aleja de la ciudad.</p>
<p>Si sigo esta carretera probablemente llegue a algún pueblo cercano. Sin embargo, quizá
seguir las rutas establecidas no sea la mejor opción.</p>
<p>A lo lejos, en la llanura, hay una gran colina desde donde podría tener una buena vista de
la región.</p>
<ul>
<li>Seguiré el camino. 33.3%</li>
<li><b>Subiré a la colina. 66.7%</b></li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Lunes, 15 de Febrero de 2016</p>
<p>Hay una buena caminata, pero será mejor alejarse de las rutas transitadas. Mi libertad es
lo único que me queda. Eso, y un mendrugo de pan.</p>
<p>El Sol ha pasado hace unas horas por el cénit, pero una luz intensa baña los escasos
árboles de la llanura y su ocre tierra.</p>
<p>Las nubes se han teñido de naranja para cuando alcanzo mi destino, y destacan sobre un
oscuro cielo azul.</p>
<p>Delante de mí, tras una extensión de tierra similar a la que acabo de recorrer, el mar. Sus
olas me reconfortan.</p>
<p>Ese mismo mar ha sido testigo de todo lo que he perdido, y será testigo de mi nueva vida.
Respiro profundamente y me lleno de determinación.</p>
<p>En la costa hay un asentamiento de casas de madera, con un pequeño puerto en el que reposan
varios barcos pesqueros.</p>
<p>Volviéndome, puedo ver la ciudad que abandono.</p>
<p>Un gran río la divide en dos en su camino al océano, y varias manchas de vegetación
salpican el entramado de edificios de mármol.</p>
<p>Casi parece bonita desde aquí. Por mí puede perderse en una tormenta de polvo.</p>
<p>Por el camino que decidí no tomar, un grupo de soldados marcha hacia la ciudad. Sin
embargo, desde aquí no puedo ver de dónde vienen.</p>
<p>La noche se me echa encima, así que será mejor que me acerque al poblado. Mientras
desciendo veo una gran grieta que penetra en la colina.</p>
<p>Probablemente no merezca la pena investigarla, pero...</p>
<ul>
<li><b>Entrar en la grieta. 68.8%</b></li>
<li>Seguir mi camino. 31.3%</li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Viernes, 19 de Febrero de 2016</p>
<p>La entrada es lo suficientemente grande como para pasar sin problemas. Unos metros más a la
derecha el pasadizo desciende.</p>
<p>Tras un par de giros empiezo a oír risas. En la pared frente a la próxima curva se proyecta
una luz que parece causada por una hoguera.</p>
<p>En una zona más amplia hay unas doce personas sentadas en círculo alrededor de las
llamas.</p>
<p>Por encima de las demás, sobre una roca, hay un hombre de barba rojiza y pecho descubierto
lleno de tatuajes. Acaba de verme. “¡Cogedle!”</p>
<p>Los demás no tardan en salir detrás de mí. Corro al máximo y cuando veo la salida de la
cueva siento que me agarran y me empujan al suelo.</p>
<p>Tras el golpe, me atan las manos y me llevan a la zona donde estaban. Me dejan frente al
tipo de los tatuajes, que parece el líder.</p>
<p>“¿Quién eres? ¿Cómo nos has encontrado?”<br><br>Les cuento que era un esclavo y
me fugué. No parecen muy convencidos de que eso sea posible.</p>
<p>Les intento hacer ver que no tengo absolutamente nada y estoy buscando algún sitio donde
poder vivir.</p>
<p>“Si eso es verdad, creo que puedo darte un trabajo. Ya me lo agradecerás luego.
Mañana asaltaremos una aldea cercana</p>
<p>y no nos vendría mal alguien más para cargar el botín, ¿qué me dices? Tengo eso, u
ofrecerte un sitio donde caerte muerto.”</p>
<p>Seguramente sea el poblado al que me dirigía. No parezco tener muchas opciones.<br><br>Al
menos puedo pasar la noche junto al fuego.</p>
<p>Charlo con algunos de los bandidos y me cuentan sus historias. No tienen las manos limpias,
pero me son agradables. “¡Somos gente honrada!”</p>
<p>Cuando me despierto, lo primero que noto es lo helado que está el suelo. Casi todos están
en pie y preparan el almuerzo o empaquetan cosas.</p>
<p>El jefe me hace una seña para que le acompañe y subimos a lo alto de la colina, desde donde
admiré ayer el paisaje. La ciudad sigue igual.</p>
<p>“Mira eso. Ahí se sientan en sus sillones todos esos fantoches y piensan que el mundo
es suyo, sin haber salido nunca de sus palacios.</p>
<p>Además, mis chicos necesitan un poco de diversión de vez en cuando para levantar la
moral.</p>
<p>Y en este caso, en ese pueblo hay algo más importante que todo ello. Sólo quiero que sepas
de qué lado tienes que ponerte.”</p>
<p>Mientras camino tras él para volver a la cueva, pienso en el ataque de esta noche.</p>
<p>¿Me quedaré junto a estos delincuentes, o intentaré huir si se da la ocasión?</p>
<ul>
<li><b>Me quedo con ellos. 80%</b></li>
<li>Intentaré huir. 20%</li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Sábado, 12 de Marzo de 2016</p>
<p>Case la noche. Los bandidos, encapuchados, se preparan para salir hacia el poblado. Aún no
se fían de mí como para confiarme un arma,</p>
<p>pero les acompañaré para cargar las ganancias. Supongo que, si consigo ganarme su
aprobación, al menos tendré una vida.</p>
<p>Atravesamos las primeras casas poco después de que las últimas luces se apaguen.</p>
<p>El aroma del mar cubre el aire, y nuestras ligeras pisadas no consiguen romper el
silencio.</p>
<p>Nos dividimos en dos grupos: varios iremos a un almacén de alimentos y robaremos comida
para unos días;</p>
<p>los demás, junto con el jefe tatuado, se dirigirán a un pequeño templo junto al mar,
desconozco a qué.</p>
<p>Forzar la cerradura del almacén es muy fácil. Dentro hay multitud de cajas llenas de
pescado en salazón, además de algunos sacos con frutas.</p>
<p>La idea es cargarlas hasta fuera del pueblo, donde tenemos preparadas un par de
carretas.</p>
<p>Mientras elegimos qué llevarnos, gritos y golpes fuera. Metales chocando. Mis compañeros
salen para averiguar qué pasa</p>
<p>y me dicen que me lleve las cajas que pueda. Les sigo mientras cargo el pescado, y las
circunstancias fuera no parecen favorables.</p>
<p>Los bandidos están luchando contra varios soldados bien equipados. ¿Una patrulla en el
pueblo?</p>
<p>El jefe tatuado blande un gran garrote, con el que consigue tumbar a un par de
enemigos.</p>
<p>Lanza gritos de guerra mientras intenta alentar a sus seguidores, a los que no parece que
les vaya bien contra tropas entrenadas.</p>
<p>Mira hacia mí. “¡Tú! ¡Llévate esto! ¡Espéranos fuera!” Lanza algo que aterriza
con un ruido sordo sobre las cajas que llevo.</p>
<p>Parece una pequeña roca, pero no puedo distinguirlo bien. No es el momento de pensar con
calma.<br><br>Toca escapar.</p>
<p>A un lado, en un porche, un soldado y un bandido luchan. El último lleva una antorcha, pero
le es inútil contra el escudo del primero.</p>
<p>Desesperado, ha prendido fuego al techo. La piedra que llevo sobre las cajas empieza a
vibrar.</p>
<p>Cada vez tiembla con más fuerza, y un brillo verde se filtra desde su interior por varias
rendijas.</p>
<ul>
<li>Tengo que salir de aquí. 25%</li>
<li><b>“Quédate. Observa.” 75%</b></li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Viernes, 18 de Marzo de 2016</p>
<p>Las llamas se recortan contra la negrura imperante. El bandido se lanza contra el escudo
del otro, y con movimientos desesperados</p>
<p>consigue tirarle al suelo. Aprieta la antorcha contra la cara de su enemigo como puede,
mientras éste intenta zafarse y grita.</p>
<p>La piedra vibra con violencia y empieza a moverse hacia delante, y de pronto sale disparada
directamente contra la cabeza del bandido.</p>
<p>Esto no es bueno. Me cuesta distinguir qué está sucediendo.</p>
<p>Una luz verde empieza a salir por sus ojos y todos los orificios de su cabeza, incluyendo
el que ha hecho la piedra al entrar.</p>
<p>Él sigue consciente y parece muy confuso. Se gira. Me mira directamente a los ojos. Su
rostro es puro terror.</p>
<p>“¡Mierda!” Alguien viene corriendo y salta al porche. Tira al suelo de un golpe
al infeliz lleno de luces y le arranca la piedra del cráneo.</p>
<p>Es el jefe tatuado. Sale a toda velocidad y pasa a mi lado: “¡Escapa,
imbécil!”. Un par de soldados doblan la esquina de la casa.</p>
<p>Me largo. Tiro las cajas y salgo corriendo detrás del jefe tatuado y del intenso brillo
verde que lleva en su mano.</p>
<p>Corro detrás de él con todas mis fuerzas, golpeando la tierra, envuelto en la oscuridad,
huyendo del fuego y los gritos, siguiendo la luz.</p>
<p>Corremos y corremos hasta que el pueblo es una mancha borrosa, y sólo quedan el silencio, y
nuestros pulmones trabajando al máximo.</p>
<p>De pronto empiezo a caer, pero antes de tocar el suelo mi mente ya está en otro lugar.</p>
<p>Caigo, rodeado por reflejos de una infinidad de tonos. Son cristales minúsculos, en los que
han encerrado todos los colores del mundo.</p>
<p>Me detengo a observar uno, y veo una llama en su interior, a lo lejos. La llama crece y
crece hasta que el mismo cristal está ardiendo.</p>
<p>Todos los colores están en llamas, y yo mismo soy de fuego.</p>
<p>Ahora el fuego es verde. Caigo cada vez más rápido. Hacia la nada y la oscuridad... Hasta
que golpeo el suelo.</p>
<p>Me levanto, aún en el sueño. Vuelvo a ser yo. Estoy en una enorme sala blanca, en la que no
se ven ni suelo, ni paredes, ni techo.</p>
<p>Frente a mí hay cuatro pequeños pilares, y sobre cada uno reposa un objeto. Uno de ellos me
pertenece.</p>
<ul>
<li>La espada. 14.3%</li>
<li>El bastón. 28.6%</li>
<li>La flecha. 25%</li>
<li><b>El pergamino. 32.1%</b></li>
</ul>
</section>
<section>
<p class="fecha">Viernes, 29 de Abril de 2016</p>
<p>Me despierto rodeado por mis compañeros. Cinco rostros sucios y preocupados me preguntan si
estoy bien.</p>
<p>Han debido de traerme a la cueva mientras estaba inconsciente, y parece que sólo ellos han
sobrevivido.</p>
<p>La verdad es que me encuentro bien. Como un poco de pan duro, y entonces veo la extraña
marca que ha aparecido en mi brazo izquierdo.</p>
<p>Una pequeña mancha oscura, como una quemadura, con forma de pergamino. No recuerdo
habérmela hecho.</p>
<p>Me levanto y me acerco hasta el jefe tatuado, que está sentado en el suelo, observando la
piedra que robó anoche.</p>
<p>Ahora que puedo observarla a la luz, parece una piedra normal. Ni rastro de la luz verde.
Es redondeada y tiene una base plana,</p>
<p>sobre la que está apoyada en el suelo, como el caparazón de una tortuga, y tres grietas
paralelas a lo largo de su parte superior.</p>
<p>“Al menos tenemos esto, ¿eh?”, me dice. “¿Qué es esa cosa?" “Ni
idea. Supongo que algún tipo de arma: ya viste lo que le hace a la gente.</p>
<p>Pero no sé cómo se usa. Lo que sé es que alguien la quiere y paga bien por
ella.”<br>Así que de eso iba la cosa. Un encargo de mercenarios.</p>
<p>“Has dormido como un cerdo, pero asegúrate de estar descansado. Mañana nos espera un
largo camino. Toca ir a por la recompensa.”</p>
<p>En marcha. No hay tiempo que perder. Un viaje largo y en silencio, el silencio de quienes
han visto el peor rostro del mundo.</p>
<p>En un paso por las montañas de Amethria, un portón se alza en la pared de roca. Hemos
llegado.</p>
<p>El portón está abierto. Sentado junto a él hay un hombre harapiento y desarmado. ¿Un
guardia? No hace ningún intento de impedirnos el paso.</p>
<p>Horadada en la piedra hay una gran sala oscura, y sólo cuando mis ojos se adaptan a la luz
de las pocas antorchas veo las grandes columnas,</p>
<p>el trono de piedra al fondo, y el brillo de una montaña de oro tras él.</p>
<p>En las escaleras que suben al trono se intuyen, sentados, dos hombres más, con el mismo
aire penoso que el anterior.</p>
<p>En el trono se acomoda un tercero, con una larga barba y un bastón de piedra gris en la
mano, no mucho más limpio ni vestido que el resto.</p>
<p>“Comportaos. Recordad las historias”, advierte nuestro jefe.</p>
<p>Desconozco esas historias, pero a mí me parecen un puñado de locos desarmados. Sería fácil
hacernos con su tesoro.</p>
<ul>
<li>Echémosles de aquí. 28.6%</li>
<li><b>Seamos prudentes. 71.4%</b></li>
</ul>
</section>
</body>
</html>
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